
Apoteósica tarde-noche la que vivimos ayer todos los amantes del buen fútbol (sobre todo, los culés). En el Bar Canapé, junto a la parada de metro del Clot en Barcelona, nos juntamos toda clase de gente de diversos países. Los primeros en alegrarse fueron unos merengues, pero pronto dejarían de hacerlo, siempre con muy buen rollo y un gran ambiente entre todos.
Muy pronto me di cuenta de que el equipo salió al ataque. A los 22'' ya disparamos a puerta, por mediación de Xavi. El Barça dominaba el balón y llegaba al área de Casillas, pero no conseguí abrir el marcador. Si lo hizo el Madrid en el minuto 13 cuando Ramos se fue de Abidal (el más flojo ayer), centró e Higuain cabeceó sin oposición al fondo de la portería de V.V. No me lo creía; la primera que llegan y gol. Por suerte dos minutos después, un buen pase de Xavi al espacio fue aprovechado con maestría por Henry. Y en el 20' Puyol, libre de marca, remató un corner botado por Xavi y consiguió el 1-2. A partir de este momento, el “Pep-team” manejó el partido a sus anchas. El Madrid no veía la pelota: tan solo una internada de Robben que Valdés consiguió detener tras rechace de Alves. El Barça, tocando y tocando con clase, llegaba con mucho peligro. Si le jugada entre Henry, Iniesta y finalmente Messi hubiese acabado en gol, el Bernabeu se hubiera venido abajo. No fue hasta el 35' cuando Xavi robó un balón a Lass, el esférico llegó a Messi, quien lo cruzó ante la inútil salida de Casillas. Era el tercero, y la afición local no se lo creía.

El segundo tiempo empezó igual que el primero. El Barça llegaba con peligro, pero una dudosa falta en el lateral del área culé fue rematada por Ramos. Era el 2-3 y los merengues ya veían otra remontada. Pero, de nuevo dos minutos después, Xavi metió un balón en profundidad y Tití anotó el cuarto. Las cosas se ponían de nuevo en su sitio. En el 75', Xavi volvió a sentar cátedra: se revolvió al borde del área local y cedió a Messi, quien, tras sentar a Casillas, remató el quinto. El Canapé era una fiesta cuando llegó el sexto: Eto'o se escapó por la banda, centró, y un Piqué inconmensurable remachó la faena. Mientras tanto, el público del Bernabeu, que hacía tiempo que no veía tanto fútbol, abandonaba el estadio rápidamente.

Después del encuentro, la fiesta se desató por las calles de Barcelona. No quise perderme este momento histórico y, junto a mi novia, nos bajamos a la Rambla de Canaletas. Cuando llegamos el espectáculo era total: vítores, cánticos culés (y del eterno rival), bengalas, cervezas y jolgorio se desataban en torno a la famosa fuente. La frase más vitoreada fue: “Eo, eo, eo, esto es un chorreo...” Y todo esto, mientras la Cibeles seguía vallada...